A casi un año de la impactante muerte del querido actor Matthew Perry, el médico Mark Chavez ha admitido su responsabilidad en un caso que ha conmocionado a Hollywood y al mundo entero. En un tribunal de Los Ángeles, Chavez, de 54 años, se declaró culpable de suministrar la ketamina que causó la sobredosis fatal del protagonista de "Friends", cerrando así un oscuro capítulo en la vida de la estrella que millones admiraban.
Matthew Perry, quien luchaba desde hace años contra el dolor emocional y las adicciones, encontró en la ketamina una salida desesperada. Sin embargo, lo que inicialmente parecía un tratamiento prometedor para su ansiedad y depresión se transformó en su sentencia de muerte. El doctor Chavez, quien operaba una clínica especializada en este potente anestésico, se involucró en una red ilícita junto con el médico Salvador Plascencia, quien facilitó la droga a Perry.
Las investigaciones revelaron que la ketamina había sido obtenida de manera fraudulenta, utilizando recetas falsas, y que los doctores involucrados no solo lucraban con la venta de la sustancia, sino que también intercambiaban mensajes de texto con desprecio hacia el actor. Uno de estos mensajes, revelado en el juicio, decía: "Me pregunto cuánto pagará este idiota". Este cinismo detrás del tráfico de drogas médicas ha sido uno de los detalles más indignantes del caso.
La autopsia de Perry mostró una concentración alarmantemente alta de ketamina en su cuerpo, confirmando que la causa de su muerte fue una sobredosis. Además, la complicidad de su asistente, Kenneth Iwamasa, quien colaboró en la adquisición de más de $50,000 USD de ketamina en las semanas previas al trágico suceso, añade otro nivel de traición a esta ya devastadora historia.
El doctor Chavez, quien ha entregado su licencia médica y pasaporte a las autoridades, enfrentará su juicio en abril de 2025. A pesar de su declaración de culpabilidad y cooperación con la investigación, podría ser sentenciado a una pena de hasta 10 años de prisión.
Este caso no solo arroja luz sobre los riesgos inherentes a la mala práctica médica, sino también sobre la vulnerabilidad de aquellos que, como Matthew Perry, buscan alivio en los tratamientos médicos sin saber que, en manos equivocadas, pueden convertirse en víctimas de un sistema corrupto.
La muerte de Perry, recordado no solo por su talento, sino por su generosidad y lucha pública contra las adicciones, es una pérdida irremplazable. Su legado, sin embargo, ahora incluye una lección dolorosa sobre los peligros del abuso de drogas bajo la apariencia de tratamientos médicos.